La Verdad Encarcelada

por Gioconda Belli

Artwork by Raquel Martinez

A las muchachas prisioneras por participar

en las protestas.

¿Cómo se oirá la lluvia en las celdas de El Chipote? 

(Alguna vez fue ese el nombre del campamento de Sandino) Imagino el sonido en el techo y a través de las ventanas, las muchachas agradecidas por el frescor sentadas en el suelo con la espalda contra la pared recordando el ruido de los patios de sus casas la voz de sus madres o sus pasos apurados yendo a quitar la ropa de los tendederos. Muchachas jóvenes, obligadas a los camastros al mal olor y el apretujamiento Amaya, Victoria, Elsa, Yaritza,  con sus rostros sin marcas ni arrugas todavía guardan el sonido de las risas en las marchas el cansancio de protestar, el entusiasmo de pensar  que libraban batallas para que no volvieran a morir  los muertos, los compañeros y sus nombres  los que andaban escritos en cartelones 

caminando entre la multitud.

No imaginaban entonces  que en ese país donde crecieron  las arrancarían de sus casas las enfundarían en trapos azules les arrebatarían el sol.

Ellas no nacieron en un país donde siguieran pasando esas cosas. Donde se repetirían las historias que les contaban de niñas historias de masacres y cárceles y torturas.

No pensaron que podía sucederles a ellas alumnas aplicadas universitarias estudiosas  en los útimos años de sus carreras.

Pero allí están oyendo la lluvia y la lista de culpas acumuladas en su contra. Las armas en el suelo cuando las enseñaron a la prensa y dijeron que eran ellas quienes las andaban, armas que jamás habían visto.

Los carceleros no ponen atención a sus explicaciones, pero ellas se las repiten en la oscuridad de las celdas. Los argumentos de su inocencia  caen como la lluvia en los patios  agua que se pierde en las acequias agua que el poder no recoge, ni quiere escuchar.

Nada de lo que digan será usado a su favor porque la verdad también pasa las horas con ellas  en las celdas oscuras donde llueve.

Translated by Raquel Martinez